El principio
básico de la humanidad desde que tiene uso de razón, e incluso se podría decir
que mucho antes de ser homínidos, es la búsqueda de la convivencia en paz y
armonía con ella misma y con su entorno. Desde
la aparición de la filosofía en la antigua Grecia, los filósofos han intentado,
con mayor o menor acierto, dar respuesta al significado de todo aquello que nos
rodea, ya sean sentimientos, objetos tangibles y no tan tangibles. La evolución
del ser humano, qué somos, cómo somos y cómo hemos llegado hasta aquí fue, ha
sido y está siendo la raiz principal de la Filosofía. Dentro del cómo somos, el
estudio de la ética, de la moral humana, de sus valores, es uno de los debates
más discutidos. La búsqueda del significado de qué es bueno, qué es malo y su
relatividad ha ocupado a lo largo de los siglos páginas y páginas de tratados
filosóficos sin que se haya llegado aún, a día de hoy, a ningún consenso.
La palabra éthos fue escogida por los filósofos
griegos para definir lo que hoy conocemos como “parte de la filosofía que trata de la moral y de las
obligaciones del hombre” (Real Academia Española de la Lengua). En este sentido, la ética no pretende
decirnos cómo somos sino cómo debemos ser y cómo debemos actuar. Pero el
relativismo introducido por Franz Boas a finales del siglo XIX ha complicado
sobremanera la idea de bien y de mal, ética y moralmente hablando.
No hay duda que
para que nuestras acciones sean éticas debemos conocer primero el sentido de
ético, cumpliendo así la máxima socrática y platónica de que sólo por
ignorancia se obra mal. También Aristóteles señaló que es la experiencia,
adquirida a través de hábitos y costumbres, ya sean individuales o sociales, la
que nos hace ser éticos, introduciendo una regla: la finalidad de nuestros
buenos actos debe ser la felicidad. Pero esta finalidad da un carácter egoista
al acto, que es rechazado por filósofos como Kant, que advierte que debe ser el
acto en sí mismo el que sea ético, sin estar influenciado por sentimientos y
sin obtener beneficio propio a cambio, ya que si es así dejaría de ser deber
moral para convertirse en una obligación.
Considerado
esto, creo sinceramente que en la sociedad actual el sentido de ética
(socialmente hablando) está siendo absorvido por la individualidad y el
egoísmo. El utilitarismo personal y la obligación mandan en nuestras vidas.
Nadie hace nada por nada, es decir, el altruismo brilla por su ausencia. La
misma experiencia que nos enseña a actuar bien, también nos puede enseñar a
actuar mal y quedar impune nuestro mal acto. Incluso los buenos actos están
influenciados por intereses, tanto económicos como sentimentales, ya sea en
favor de uno mismo o de su propia comunidad.
Nuestros
pensamientos no están acordes con nuestros actos. La sociedad contemporánea sí
puede ser empática en pensamiento, pero no lo es de obra. Se ha olvidado ese
sentido de grupo que llevó en su día a revoluciones como la francesa o la
industrial porque nadie se fia ya de nadie. Sólo hace falta oir en televisión o
leer en un periódico las opiniones de los entrevistados respecto a huelgas de
conductores de autobuses o aperturas de narcosalas. El "mientras a mí no
me afecte que hagan lo que quieran" queda patente en lo que se ha llamado
recientemente como “sociedades NITBY” (no en mi patio). Por esto creo que la
sociedad actual es egoísta y poco ética. No digo que no nos escandalicemos
cuando conocemos el mal sufrido por otros, simplemente digo, generalizando, que
la humanidad actual no actúa en beneficio ajeno sin obtener un beneficio propio
a cambio.
A la carencia de
actos éticos de la sociedad actual, la ética se complica aún más si cabe con la
aparición del relativismo, una ética tan relativa como personas existen en la
tierra. Hume parte de la base que si nuestro acto es aprobado por nuestros
sentimientos entonces es bueno. Pero este emotivismo también es relativo. Mi
sentimiento de justicia aprueba el castigo al ladrón, pero castigar no es un
buen acto, ya que no debería hacer feliz
ni siquiera al que lo aplica. Kant formula el imperativo categórico:
"obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne
ley universal". Pero, ¿cómo puedes desear que se castigue al ladrón si tú
eres el ladrón? Porque una cosa sí está clara en esta vida, jamás se puede
saber qué será de uno en el futuro.
Como conclusión
diré que la ética es relativista, una ética para cada individuo, para cada
comunidad y para cada momento histórico. La búsqueda del significado del bien
universal es algo utópico, ya que cada uno de nosotros creemos que cuando
obramos, obramos bien, hagamos lo que hagamos. El ladrón roba para dar de comer
a su familia, y por lo tanto para él está obrando bien porque está salvando
vidas. Pero el dueño de la tienda no creo que piense igual. Únicamente la regla
negativa de “no hagas aquello que no te gustaría que te hiciesen” es en mi
opinión la actuación más ética que puede obrar el hombre. Aunque seguro que el
relativismo tendría algo que decir al respecto.
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