martes, 31 de octubre de 2017

Art. 155, ¿y ahora qué?

Ya está aquí, ya llegó, como dice la canción de unos dibujos animados muy caninos, el artículo 155. Un artículo que nadie, salvo los dos protagonistas de esta macabra historia de desamor, quería que llegase. Pero era inevitable su aplicación porque el sí y el no rotundo no pueden jamás ponerse de acuerdo y es inútil recurrir al diálogo si cada vez que te ponen un micro en la boca le das una colleja a tu adversario. Un artículo 155 que llega después de varios intentos de sí pero no de proclamar esa independencia, ahora tan inviable, que algunos políticos nos vendieron como una penicilina para nuestros dolores de cabeza. Artur Mas, Oriol Junqueras y Raúl Romeva se habían llenado la boca diciendo a todos los catalanes que las empresas no se marcharían, que seguiríamos en Europa y que Catalunya sería una nueva Andorra donde el más pringao podría comprarse un BMW. Minteron. Y lo peor de todo es que muchos independentistas, creyeron, más con el corazón que con la cabeza, todas sus mentiras (y no sólo ciudadanos de a pie, también economistas, medios de comunicación, empresarios y demás gente con estudios universitarios). Y digo mentiras porque no me creo que los antes citados, con Puigdemont a la cabeza, no supiesen de antemano lo que pasaría al echarle un pulso al Gobierno y a la UE. No me creo que les cojiese por sorpresa la marcha de más de 1700 empresas y sus respectivos empleos y que éstas no volverían a Catalunya como le ha sucedido a Québec. No me creo que no supiesen que para entrar en la CEE tuvieran que hacer todos los trámites de nuevo y rezar para que ningún país, como España, Alemania o Francia, les vetase la entrada como le está sucediendo a Turquía. Y no me creo que unos señores tan duchos en leyes pensasen librarse de una multa por ir a 180km/h por nacional echando la culpa al radar por hacerles la foto. Lo que creo es que en Catalunya, como en España, hay mucho chorizo pendiente de juicio que esperaba irse de rositas con la proclamación de la República Independiente de Catalunya y que los aspirantes a chorizos querían el pastel para ellos solitos. Esto es lo que yo creo.
Pero vayamos al futuro, ¿qué resultados habrá en las siguientes elecciones al Parlament? Con todo lo sucedido estos días creo que nada bueno. PDeCat le ha hecho un flaco favor a la izquierda y a sí mismos. La división de la sociedad catalana, creo yo, se verá en el aumento de parlamentarios extremistas. En una encuesta leída estos días se afirmaba que si en España hubiera hoy elecciones el PP seguiría gobernando con el apoyo de Ciudadanos, que aumentarían sus escaños. PSOE obtendría más o menos los mismos diputados que tiene ahora y Podemos cedería los mismos escaños que consiguiera Ciudadanos. Volveríamos a lo tan criticado por mi humilde persona que son los trasvases de votos de la izquierda a la derecha. Penoso. En Catalunya creo que sucederá tres cuartos de lo mismo. El conflicto independentista ha provocado que el que se siente español desee que esto no vuelva a suceder y por lo tanto su voto será o para Albiol o para Arrimadas, mientras que los catalanes que se sienten traicionados por JxSi votarán a los únicos que habrían declarado la independencia sí o sí sin pensar en sus consecuencias, la CUP, esas personas que visten camisetas negras y vaqueros roídos a pesar de tener en sus cuentas bancarias miles y miles de euros autonombrándose representantes de las clases más desfavorecidas. Quiero aquí hacer un inciso, en mi opinión ningún político, con los sueldazos que se imponen, puede ser representante de las clases trabajadoras, NINGUNO. Vayan a tomarle el pelo a otro.
Seguimos. En el limbo se encontrarán PSC y Podemos. PSC, también dividido por el apoyo de Sánchez al artículo 155, dependerá del mensaje que quiera transmitir a los votantes. El mensaje más inteligente sería abogar por el federalismo y la reforma de la Constitución, como lo han hecho hasta ahora, pero por ser un mensaje inteligente y conciliador da pocos votos. España es un país lleno de Alfredos Landas y machitos de pelo en pecho carentes de sabia autocrítica. España es un país lleno de vagos, de ladrones, de quiero y no puedo, de gente inculta que se aterra al oír cambios políticos y económicos. Y estos no votan ni al PSC ni al PSOE. Por otro lado, la ambigüedad del mensaje de Podemos no acaba de darles los votos que el movimiento 15M le debería dar. Lo cierto es que desde fuera a Podemos se le sigue viendo como un partido adolescente, revolucionario pero sin cabeza. Primero fue la salida de Monedero, después el enfrentamiento de Iglesias con Errejón. Suerte tienen de Carmena porque los donde dije digo digo Diego de la señora Colau los está dejando para el arrastre, eso y que su candidato a President de la Generalitat es más invisible que Casper. Podemos navega por el Atlántico en el barco de Chanquete y si no empiezan a actuar como nos vendieron pronto naufragarán. Deben ser conscientes de que la política no es como ellos se la imaginaban y que los españoles estamos hartos de ver a gentuza viviendo del paro, de subvenciones o de ayudas sociales mientras el currante no llega a fin de mes. Yo desde aquí digo que no a viviendas para todos y sí para el que se lo merezca, no sueldo mínimo para todos y sí para quien se lo merezca, no atención sanitaria para todos y sí para quien se la merezca. Muchos de nosotros oímos los dicursos del señor Iglesias y pensamos que si Podemos llega al poder los vagos y maleantes vivirán mejor que los políticos, y por ahí no pasamos. Sean justos en sus discursos, no buenos o tontos, justos.
Llegamos así al meollo de la cuestión: JxSi. Si ERC fuera inteligente dejaría que PDeCat se hundiese ella solita, pero a estas alturas no sé yo si Junqueras es tan listo como para saber hacerlo. JxSi ha conseguido algo imposible, enfadar por igual a independentistas y a españolistas. La CUP se frota las manos y ya veremos si en el futuro gobierno tendrán peso o no, aunque me temo mucho que sí, al igual que PP. Con su desastrosa estrategia de “tranquila cariño que yo controlo”, JxSi ha provocado que con sus marchas atrás y adelantes le hayan nacido y crecido los enanos. Algunos acabarán en Soto del Real, otros limpiando escaleras y los menos, como Santi Vila, acabarán en otros partidos o fundando uno nuevo que permita compararlo a aquella CiU de Pujol que tantos años nos gobernó. Con el “procés” JxSi ha cavado su propia tumba y le ha hecho un monumento a Franco. Le aplaudo señor Puigdemont, ni el PP lo habría hecho mejor. ¡Manda güevos!
Sea lo que sea esperemos que los catalanes votemos pensando con la cabeza y no con el corazón o la polla, porque este palo va a ser muy difícil de enderezar. Porque el fanatismo se ha apropiado de las calles y ya sabemos cómo acaba la cosa cuando dos fánaticos discuten: a ostias. También va a ser difícil recuperar los puestos de trabajo perdidos y la confianza de empresarios españoles en Catalunya. Esto va a ser lo más terrible porque mientras a usted lo larga al paro esa empresa que lo ha cobijado durante tantos años por no poder vender sus productos catalanes al resto de España o a esa Europa que tan independientes nos quería, los que nos han metido en esto están en sus cómodas y grandes casas comiendo caviar, jamón o bebiendo cava del caro mientras se engominan el pelo o se lo cortan a ras del orinal. Ya nos podemos espabilar y empezar a dejar de creer en hadas y ogros si no queremos disputarles la comida a las mismísimas ratas, que ya somos mayorcitos coño. Ah, y ya sé que mola mucho ser universitario y llevar atada al cuello una estelada más grande que las sábanas que mojas pero la moda no mantendrá a tu padre en su puesto de trabajo, ni te pagará los créditos ni las juergas. Tú mismo.

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